El estrés laboral es un fenómeno frecuente en la actualidad, asociado a una diversidad de factores desencadenantes, como las condiciones de trabajo, la organización laboral y el entorno social. Aunque puede tener efectos positivos bajo ciertas circunstancias (lo que se conoce como eutrés, o estrés positivo, que impulsa a las personas a rendir mejor y afrontar retos con energía), en la mayoría de los casos está vinculado a consecuencias negativas para la salud (distrés).
Es importante destacar que una cantidad moderada de estrés puede ser beneficiosa, ayudando a las personas a mantenerse alerta y a desempeñar sus funciones de manera eficiente. Sin embargo, el estrés se percibe generalmente como una carga que surge en situaciones abrumadoras, generando reacciones psicosomáticas e incluso trastornos psicológicos que, en casos extremos, pueden tener consecuencias graves.
La rapidez de los cambios en la economía y la sociedad actual ha intensificado la incidencia del estrés. En el entorno empresarial, los trabajadores enfrentan la necesidad constante de adaptarse a avances tecnológicos, cambios en los procesos y nuevas filosofías de trabajo. Esta presión continua para actualizar conocimientos y habilidades puede ser una fuente significativa de estrés.
El término Burnout fue introducido en la década de 1970 por el psicólogo Herbert Freudenberger, quien lo definió como un estado de agotamiento físico y emocional causado por demandas laborales excesivas o mal gestionadas. Este síndrome está estrechamente relacionado con el estrés laboral crónico y se manifiesta a través de síntomas como fatiga extrema, despersonalización y una disminución notable en la percepción de logros personales.
El Burnout, aunque en esencia es una forma severa de estrés, tiene características particulares que lo diferencian y que deben ser abordadas específicamente. Su comprensión y manejo son esenciales no solo para el bienestar individual, sino también para prevenir su impacto negativo en los equipos y las organizaciones.
El estrés tiene un impacto significativo tanto en el individuo como en la organización. En el ámbito personal, las consecuencias más comunes incluyen ansiedad, depresión, trastornos físicos (como problemas gastrointestinales y enfermedades cardiovasculares) y una disminución en la capacidad de concentración. Estas afecciones no solo afectan la salud de la persona, sino que también repercuten negativamente en su desempeño laboral, reduciendo la productividad y aumentando el riesgo de errores.
En el entorno organizacional, estos problemas se manifiestan como ausentismo, insatisfacción laboral, altas tasas de accidentes y una rotación elevada del personal. Además, estas dinámicas pueden erosionar la cohesión de los equipos, deteriorar la cultura organizacional y generar pérdidas económicas significativas, afectando directamente los resultados de la empresa.
A pesar de la gravedad de sus repercusiones, el manejo del distrés sigue siendo una asignatura pendiente en muchas organizaciones. La falta de estrategias adecuadas para abordar esta problemática perpetúa sus efectos negativos, tanto en los empleados como en el rendimiento global de las empresas.
A lo largo del curso, exploraremos factores internos y externos del estrés, las diferencias individuales y los procesos de valoración. También se abordarán los desencadenantes más comunes, las principales consecuencias y las técnicas psicológicas más eficaces para gestionarlo. Estas herramientas, además de contribuir al bienestar personal, son clave para mejorar la dinámica organizacional y los resultados empresariales.
Al finalizar este curso, el alumnado será capaz de:
Este curso está especialmente diseñado para responsables de Recursos Humanos, líderes de equipo y mandos intermedios, ya que desempeñan un papel clave en la detección temprana de síntomas de estrés en sus equipos. Además, está orientado a profesionales interesados en promover un entorno laboral saludable, mejorar la productividad y prevenir el impacto negativo del distrés y el Burnout en la organización.