Vinculado con la apuesta creciente por favorecer el desarrollo sostenible, a través del que se busca satisfacer las necesidades actuales sin comprometer la posibilidad de dar respuesta a las que tengan generaciones futuras, hoy en día es clave para la industria agroalimentaria sentar las bases para lograr una sustancial mejora en cuanto a su eficiencia energética, algo a lo que se puede contribuir promoviendo el uso de energías renovables y de tecnologías limpias que garanticen la sostenibilidad medioambiental del entorno. Esto no solo contribuirá a minimizar el impacto de la actividad industrial, sino que también favorecerá una reducción de costes para las empresas e incidirá positivamente sobre sus ventas, dado que el propio mercado va imponiendo progresivamente una serie de requerimientos que hacen que la gestión ambiental en particular, y la energética en particular, sea una pieza clave para el desarrollo estratégico de las organizaciones.
A ello se une, además, el hecho de que, desde hace unos años, todos los debates y análisis relacionados con el uso de las energías primarias están condicionados por un conjunto de hechos que convergen hacia una misma conclusión: es indispensable racionalizar el uso de la energía a escala mundial para poder asegurar el denominado desarrollo sostenible.
El Libro Verde sobre le Eficiencia Energética (fruto del trabajo de la Comisión de Comunidades Europeas y publicado en 2005) pone de manifiesto la amenaza que la evolución del consumo de energía supone para el medio ambiente y el crecimiento económico de la Unión Europea (UE), especialmente dependiente de la importación de la misma; y preconiza que el "ahorro energético es, sin duda, el medio más rápido, el más eficaz y el más rentable de reducir emisiones de gases, de mejorar la calidad del aire y de reducir costes". Y, por ende, ha de ser una prioridad para las organizaciones públicas y privadas, que han de incorporar a sus procesos de producción fuentes de energía adecuadas al uso final. No obstante, pese a que se prevé el agotamiento de las fuentes de energía tradicionales, las renovables están insuficientemente desarrolladas y, además, la elección de la fuente de energía a utilizar y de la técnica a emplear para su obtención y aprovechamiento continúa dependiendo en buena medida de factores históricos, económicos, de disponibilidad, de comodidad y de preferencia. Tanto es así que, pese a los beneficios que supondría optimizar el uso de la energía, el sector de la industria es aún el que la usa de un modo más ineficiente. Por tanto, ya en 2005, la Comisión invitaba a las empresas a invertir en tecnologías más eficientes para producir más con menos consumo energético, algo que, a fin de cuentas, les permitiría reducir sus costes de producción y ser más competitivas.
A través de este curso, el alumno adquirirá una visión global acerca del panorama energético actual, dado que se familiarizará con los conceptos básicos para contribuir a favorecer el ahorro y la eficiencia energética, algo que redundará positivamente en los resultados económicos de la empresa para la que trabaje y que le beneficiará incluso a nivel particular. No en vano, a partir del estudio del material didáctico a su disposición, podrá analizar la evolución en cuanto a los consumos y aprenderá a identificar las necesidades energéticas en la industria alimentaria.
El propósito general de este Curso sobre Eficiencia Energética en Industrias Agroalimentarias es capacitar a los futuros responsables de satisfacer los objetivos de las mismas en esta materia; y, para lograr este objetivo, el contenido teórico se complementa con casos prácticos a desarrollar.
Al finalizar este curso, el alumno podrá:
Este curso es adecuado para ingenieros técnicos y superiores, profesionales del sector energético, y técnicos en Implantación y Auditoría de Calidad y Seguridad de los Alimentos.